Si estás dispuesto a sufrir para hacer daño a tus enemigos, lee esto

¿Los humanos nacemos buenos o malos? Ésta es una de las preguntas que nos hacemos desde el inicio de los tiempos y que ahora, gracias a la ciencia, podría tener respuesta. Según expertos en la mente humana, lo que entendemos como maldad sería un conjunto de rasgos de personalidad que pueden cuantificarse mediante un cuestionario. En este artículo nos centraremos en el rencor.

Me han llamado psicópata alguna vez ¿lo seré?

Probablemente, no. Varios estudios señalan que los psicópatas representan cerca del 1%-1,5% de la población de cualquier etnia.

Sin embargo, este porcentaje asciende hasta el 3% en ciertas profesiones de cuello blanco, cuenta el catedrático de Psiquiatría y Psicología Médica Adolf Tobeña en la revista digital elEconomista

El 20-30% cumple siempre las normas, el 40-60% las cumple según le conviene, y el 20-30% las incumple sistemáticamente.

Si bien sólo cerca del 1% de la población tiene potencial para infligir mucho daño a los demás, esto no significa que el resto seamos unos angelitos. Según explica el Dr. Tobeña en su libro “Neurología de la maldad: mentes predadoras y perversas”, alrededor del 20-30% de la población cumple siempre las normas, el 40-60% las cumple según les conviene, y el 20-30% las incumple sistemáticamente. 

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¿Se puede medir la maldad?

Desde hace varios años, los expertos en mente humana estudian los factores de personalidad que conforman lo que entendemos como maldad. Algunos investigadores empezaron a hablar de la Tríada Oscura, un perfil de personalidad formado por tres rasgos: 

  • El maquiavelismo: la creencia que el fin justifica el empleo de malas acciones.
  • La psicopatía: la capacidad de agredir y cometer actos delictivos sin sentir culpa.
  • El narcisismo: sensación equivocada de superioridad que provoca falta de empatía. 

Más adelante se empezó a hablar de la Tétrada Oscura, porque algunos expertos consideraban que a la triada debería añadírsele un cuarto factor: el sadismo, o la obtención de placer derivada del dolor ajeno. Aun así, estos cuatro factores no lograban cubrir por completo la maldad. 

Recientemente, psicólogos de las Universidades de Copenhagen y de Koblenz-Landau han desarrollado el denominado D-factor (donde “D” se refiere a Dark Core, o núcleo oscuro en inglés), un cuestionario que mide hasta nueve rasgos de personalidad asociados a la maldad.

Así, a los cuatro factores mencionados anteriormente, habría que añadir los cinco siguientes: 

  • Spitefulness (rencor): estar dispuesto a sufrir a cambio de hacer daño a los demás.
  • Egoism (egoísmo): excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.
  • Moral disengagement (descompromiso moral): abandono de las propias convicciones morales.
  • Self-interest (interés personal): tener sólo en cuenta el beneficio propio a la hora de tomar decisiones.
  • Psychological Entitlement (derecho psicológico): la creencia de que uno merece recibir un trato especial.

Todos los rasgos que componen el “D-factor” tienen un denominador común: la necesidad de maximizar la utilidad propia individual acompañada de cualquier creencia que justifique el comportamiento malévolo para conseguirlo.

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¿Qué es el spitefulness o rencor?

En el rencor, estamos dispuestos a sufrir nosotros mismos a cambio de perjudicar a nuestros enemigos; sería, pues, justo lo contrario al altruismo, donde perseguimos el beneficio mutuo. 

Aunque pueda parecernos un rasgo muy oscuro, lo cierto es que el rencor podría tener una función adaptativa al asegurar que todo el mundo se lleve su merecido e intentar que los tramposos actúen de manera honesta.

Ejemplos de comportamientos derivados del rencor serían: 

  • Terroristas dispuestos a morir a cambio de matar a otros.
  • Defraudadores fiscales que arriesgan más después de recibir una multa.
  • Parejas en proceso de divorcio que se lastiman el uno al otro y a sus hijos.
  • Subir el volumen de la música si el vecino se nos queja porque está demasiado alta.
  • Acostarse con el amigo de nuestra ex-pareja después de romper la relación aunque no nos guste.
  • Preferir dejar a todo el mundo sin paga extra antes que recibir una de inferior a la de los demás trabajadores.
  • No tener prisa a la hora de sacar nuestro coche de la plaza cuando vemos que un vehículo está buscando un sitio y el aparcamiento está lleno.

Según un estudio liderado por el Dr. David K. Marcus en el que se pasó un cuestionario a 1.200 estudiantes universitarios, los participantes más rencorosos tenían más probabilidades que el resto de ser vergonzosos y a exhibir otros rasgos de personalidad malignos como la psicopatía, el maquiavelismo y el narcisismo

A su vez, los participantes más rencorosos tendían a puntuar más bajo que los demás en autoestima, culpabilidad, complacencia y escrupulosidad

Tras recopilar varios estudios sobre el rencor, el Dr. Marcus encontró que los hombres son más rencorosos que las mujeres, y que los jóvenes también lo son más que los ancianos y los niños, explica en la revista ScienceDaily

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